Esa es la pregunta que se hacen miles de jóvenes que terminan la secundaria y aspiran a ingresar a la universidad para forjarse un futuro profesional.

Quienes manejan los asuntos de la orientación vocacional coinciden en señalar que la elección con cursos en los que, a pesar de esforzarse, el alumno no ha podido conseguir resultados positivos, es por decir lo menos una mala elección y una apuesta al mal desempeño profesional.
Se argumenta que la habilidad y también la preferencia que se tenga pasan a convertirse en la etapa profesional en el plus o valor agregado para lograr un mejor desenvolvimiento. Por ello, es muy importante que los jóvenes examinen los rendimientos que han obtenido en su etapa escolar, para que tengan una idea concreta de la habilidad que tengan respecto a las diferentes carreras que ofrece el mercado universitario en la actualidad.
Aun cuando se tenga una decisión sobre la carrera que se debe seguir, se recomienda que los jóvenes se sometan a un "test de aptitud profesional" porque en él no se evalúa solamente la predisposición y habilidades, si no también las características de las personalidad. Por ejemplo, si eres una persona tímida y poco sociable, no es recomendable seguir una carrera que tenga permanente contacto con el público. Todas las orientaciones deben ser bienvenidas.
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